miércoles, 20 de septiembre de 2017

¿Son los videojuegos malos para los niños?

Una consulta que nos hacen a menudo es si los videojuegos son buenos o malos para los niños, y si como padres deberíamos dejarles jugar con ellos o mejor apartarlos todo lo posible del ocio virtual. ¿Listos para conocer la respuesta?




Antes de empezar, consideramos oportuno señalar al elefante en la habitación: no, los videojuegos NO crean psicópatas. Por más que determinados periódicos se regodeen en el morbo y aprovechen cualquier oportunidad para encontrar culpables, decir que si juegas a videojuegos violentos matarás a gente es tan ridículo como afirmar que si escuchas a Marilyn Manson provocarás un tiroteo masivo. Ninguna forma de expresión artística es mala per se; el problema llega cuando accedemos a determinado tipo de contenidos a edades demasiado tempranas y de forma masiva, e incluso entonces pesará más la educación y predisposición natural del individuo que el contenido consumido.

Es más, no solo es que no sean inherentemente perjudiciales, sino que muchos colegios utilizan videojuegos para reforzar los contenidos enseñados, y con unos resultados altamente positivos en la retención de conocimientos. Al igual que el cine, los alumnos responden mucho mejor (y recuerdan más) datos que aprenden de una forma dinámica y divertida que leyendo un libro de texto, y dada su vertiente lúdica los videojuegos son una herramienta de aprendizaje. Por su parte, los videojuegos forman parte desde hace años de las áreas de rehabilitación de muchos hospitales.

Así que no, no solo no causan psicópatas sino que además tienen un enorme potencial educativo. De por sí, los videojuegos son tan malos para los niños como podrían serlo las películas, y dudo que nadie crea en pleno 2017 que debemos mantener a los niños ajenos a absolutamente todo lo que sale de una pantalla. El problema viene en que ninguno de nosotros le dejaría a su hijo de 8 años ver Los Soprano, La naranja mecánica, o la mayoría de las pelis de Tarantino, y sin embargo cada año productos enfocados para mayores de edad como Call of Duty, Grand Theft Auto o Battlefield dominan las listas de regalos de Navidad de muchos niños pequeños.

...y también triunfan en las listas de ventas, pues muchísimos padres acceden a sus demandas.

GTA V batió 7 records Guinness de ventas en su primera semana disponible.

La respuesta que la industria encontró a este problema fue la implantación del PEGI, que son esos números de la esquina inferior izquierda que todos los videojuegos incluyen en sus portadas. De un solo golpe de vista podíamos conocer la edad mínima recomendada para afrontar el título en cuestión, y en la contraportada un desglose de los motivos que llevaron a esa clasificación mediante unos simples iconos explicativos. Sin embargo, de nada sirven las recomendaciones si luego no les hacemos caso o banalizamos la importancia de los juegos. Títulos como Grand Theft Auto son obras para adultos, y los temas que tratan van mucho más allá de lo que un niño pequeño debería tener a su alcance. Una vez más, el ejemplo de Tarantino. Nadie quiere convertirse en los típicos "padres mandones y aburridos", pero es nuestro deber controlar a qué contenidos se exponen nuestros hijos, y eso significa que no podemos ceder automáticamente a todas sus demandas.

Muy bien. Pongamos por caso que nuestro hijo quiere jugar a videojuegos, pero videojuegos apropiados según el PEGI para su edad. ¿Qué hacemos entonces? ¿Les dejamos jugar todo el tiempo que quieran o reducimos las partidas a media hora los fines de semana? Para empezar, dependerá de la edad. Como ya comentamos en algunas de nuestras charlas, de los 2 a 5 años recomendamos limitar la exposición a pantallas (TV + Móviles + Tablet + Consolas + PC + ebooks) a 1 hora al día, y a partir de los 6 años empezar a delimitar tiempos de uso y tipo de tecnologías, los cuales varíen según el día de la semana y el dispositivo escogido (no deberíamos valorar igual el PC, que se usa para trabajo y entretenimiento, que la televisión, por ejemplo).

Nuestra recomendación es la moderación flexible. Evidentemente no diremos "Sí, jugar 8 horas a videojuegos en un solo día es positivo", básicamente porque hasta 8 horas diarias de lectura o ejercicio traen problemas, pero si un jueves por la tarde llueve y nuestro hijo de 10 años ha hecho todos los deberes, no le apetece salir y en vez de ver la tele prefiere jugar una hora a la consola... ¿por qué negárselo? Bajo el supuesto de que todos sus juegos son adecuados para su edad y que jugar no afecte a su horario de sueño, no vemos razón para cerrarse en banda a ello. De hecho, gracias a herramientas de control parental (especialmente presentes en las plataformas de Nintendo) podemos configurar a qué productos pueden jugar y durante cuanto tiempo por día, apagándose la consola automáticamente una vez superado el límite de horas que nosotros decidamos.


Ejemplo del funcionamiento del control parental en Nintendo Switch.

Dejamos para el final el tema del multijugador. Tal y como comenta el vídeo, jugar con nuestros hijos a videojuegos es una actividad con la que pasar un rato agradable juntos tan válida como cualquier otra. El online, por otra parte, es algo que debemos vigilar más, pues a menudo permite la interacción directa entre jugadores y nuestros hijos quedarán expuestos a trolls, acosadores y demás peligros que pueblan la red. Para ello, las herramientas de control parental de las consolas y limitar el uso del chat de voz nos será especialmente útiles.

Y esto ha sido todo por hoy. ¿Juegan vuestros hijos a videojuegos? ¿Cual es vuestra política al respecto? Hacédnosla saber en los comentarios.

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