miércoles, 3 de enero de 2018

¿Qué son las relaciones tóxicas? ¿Por qué acabamos dentro de ellas?

¡Feliz 2018 a todos! ¿Qué tal fin de año? ¿Salisteis hasta el amanecer u os quedasteis en casa con la familia? Independientemente de vuestra elección, seguro que tenéis un montón de planes y propósitos con los que empezar 2018 con buen pie; año nuevo, vida nueva, dicen. Con todo, resulta muy difícil cambiar nuestra situación si la gente con la que nos relacionamos nos daña y arrastra emocionalmente. Hoy hablamos de las relaciones tóxicas, las cuales van mucho más allá de las parejas.



Las relaciones tóxicas son, valga la redundancia, un veneno para nuestras vidas. Consumen lenta pero inexorablemente nuestro bienestar, y a menudo no las detectamos hasta que el daño ya está hecho. Esto es así porque una relación tóxica no empieza con insultos, sino que se caracterizan por una escalada paulatina. Del mismo modo, a menudo nos negamos a aceptar la realidad, interfiriendo nuestras emociones en nuestro juicio hasta el punto de cegarnos, y cuanto más cercana sea la persona (una pareja, nuestra mejor amiga, nuestro hermano) más difícil será afrontarlo. Porque sí, las relaciones tóxicas van más allá de nuestras relaciones de pareja, pudiendo cualquiera de nuestros conocidos o familiares encajar en ese arquetipo. 

El método más rápido para saber si estamos atrapados en una relación tóxica consiste en explorar cómo nos sentimos al lado de la persona en cuestión. ¿Queremos estar con él o en su presencia nos sentimos irritados, alicaídos y con ganas de marcharnos? ¿Emplea sentimientos de culpa, ironía o sarcasmo para llevarnos la contraria y manipularnos? ¿Sentimos que no nos trata como debería? Si has respondido sí a la mayoría de estos, es muy probable que estés atrapado en una relación tóxica.

Adaptar nuestro comportamiento a las demandas de otra persona no es sano, siendo el ejemplo más típico el autoengaño y conformismo. "No me importa que me fumen en la cara, puedo augantarlo y no quiero tener otra pelea con mi hermana". A menudo los integrantes de una relación tóxica se mienten diciendo que si ceden lo suficiente lograrán salvar la relación, pero a la larga lo único que consiguen es alargar la situación (y permitir que ésta vaya a peor). 


Pero, ¿qué es lo que nos lleva a una relación tóxica? ¿Por qué tanta gente cae presa de ellas? En general, casi todas las relaciones tóxicas comparten una serie de elementos, siendo el principal de ellos la baja autoestima. A menudo creemos que no nos merecemos algo mejor, y que sin esa persona estaremos perdidos, pues siempre estuvo ahí ayudándonos. Preguntas como "¿quién me querrá si la dejo?" o "¿cómo podré seguir adelante sin esa persona?" se vuelven las respuestas por defecto a cualquier intento de romper el ciclo de toxicidad. Esto suele actuar en conjunto con lo que confiemos en su palabra, pues nos creemos todo lo que dice y dejamos de vernos como personas, sino como víctimas indefensas sin la protección del agente tóxico. Porque, ¿cómo me voy a ir, si soy de lo peor y no habrá nadie que me soporte?

Toda esta corriente de pensamientos nos lleva siempre al mismo punto: el miedo a quedarnos solos. El terror generado por la posibilidad de estar solos supera al daño que nos hace la persona tóxica, y por ello nos estancamos en el mismo punto (nuestra zona de confort) mientras la situación sigue empeorando. Como supondréis, todos estos ingredientes constituyen la receta para un pastel de dependencia emocional, intentando suplir nuestras carencias afectivas a través de los demás, a menudo desembocando en desencuentros emocionales. 

Con todo, no todas las relaciones tóxicas se guían por estas ideas, sino que mucha gente acaba en ellas por el deber de salvar a la otra persona. Siguiendo la línea Disney de "En el fondo es bueno y seré yo el encargado de pulir ese diamante en bruto", nos empeñamos en cambiar a la otra persona y convertirla en lo que nosotros queramos que sea. Esto no solo nos provoca sufrimiento al ver que nuestros esfuerzos no están sirviendo para nada, sino que puede dañar a la otra persona al percibir que no le queremos por lo que es, sino por lo que nosotros querríamos que fuera.  


Abandonar una relación tóxica nunca es sencillo, y en todo momento nos preguntaremos si estamos haciendo lo correcto. Tenemos demasiado interiorizado que una relación tóxica es algo que solo le pasa a los demás, y que cuando sucede solo se da entre parejas y no entre amigos o familiares. La labor del psicólogo es especialmente importante en estos casos, ayudándonos a salir del ciclo de toxicidad y encontrando un lugar en el que sentirnos a gustos con nosotros mismos.

No queremos a alguien para sentirnos mal a su lado, ni tampoco tenemos por qué dar incondicionalmente todo lo que tenemos si la otra parte no nos respeta en absoluto. El amor es mucho más que un compromiso incondicional.

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